El miedo a lo nuevo y a lo desconocido
Mi abuela no confía en los bancos. Cada mes, en cuanto recibe su pensión, saca el dinero inmediatamente y lo esconde en su casa, una parte abajo del colchón, otra parte en algún jarrón. Para ella, ahí está más seguro y accesible.
No hay argumento que pueda yo darle que la convenza de lo contrario. Le puedo explicar que en el banco han evolucionado muchísimos sistemas para garantizar la seguridad del dinero, que puede disponer de él en cualquier momento y lugar con su tarjeta. Nada de eso tendrá efecto en ella.
Lo mismo pasa con muchos gerentes de la generación X y Baby Boomers cuando los quiero convencer de usar sistemas que operan en la nube o de digitalizar sus procesos basados en papel. Para ellos, guardar su información en cualquier lugar que no sea el servidor de su empresa o un archivero en la oficina es exponerla a que cualquiera la robe o incluso arriesgarse a perderla. Cuando sus argumentos se agotan, sacan la carta de que el corporativo no los deja, pero la realidad es que la barrera está en sus cabezas.
La verdad es que, en estos días, esos riesgos son incluso más altos cuando la información se guarda localmente. La nube no es más que otro servidor, instalado en algún lugar remoto, administrado por un grupo de profesionales en el manejo y seguridad de información. Las compañías que se dedican a esto, invierten en infraestructura, personal y desarrollo de protocolos para minimizar riesgos que puedan comprometer la seguridad de su principal activo: la información que sus clientes depositan en ellos.
De la misma forma que los bancos invierten cantidades enormes de recursos para ganarse la confianza de sus clientes pues su modelo de negocio depende precisamente de esa confianza, Amazon, Google, IBM y otras compañías que también dependen de esa confianza se aseguran de tomar todas las medidas necesarias, contratar al mejor personal de IT y explorar las tendencias o amenazas para tomar medidas anticipadas. Ellos implementan los mejores estándares de la industria y obtienen las certificaciones más rigurosas. Sus usuarios deben reconocer que difícilmente podrán igualar tal esfuerzo.
Las plataformas en la nube nos dan las siguientes ventajas:
1.Ahorros en costo al no tener que invertir en servidores locales y el correspondiente mantenimiento y servicios de actualización.
2.La confiabilidad de un servicio en la nube es en general mejor que la de una infraestructura local. La mayoría de los proveedores te garantizan disponibilidad de 99.99% 24/7/365
Algo similar ocurre cuando quieres convencerlos de migrar de formatos en papel a formatos digitales. Hacer auditorias o colectar información de muestreos de calidad con una tableta o celular y guardar los datos y los reportes en formato digital. Elaborar ordenes de trabajo electronicas en lugar del formato de papel con sus copias en carbón, generar tarjetas rojas virtuales o e-kanbans. Ellos sienten seguridad cuando esa información está impresa, duplicada en papel y guardada en un archivero. Pero es una seguridad percibida, no real.
Tener los datos en formatos digitales desde su origen nos da un enorme potencial para usar aplicaciones de análisis y extraer información clave para tomar decisiones oportunas y hacer esto a un bajo costo. Y si consideramos que ahora la mejor capacidad que podemos desarrollar para sobrevivir es la agilidad y la flexibilidad, tener toda esa información en tiempo real y de forma casi automática puede ser una gran ventaja.
La computación en la nube y la digitalización son dos movimientos que inevitablemente están invadiendo los ambientes industriales y cada vez a un ritmo más acelerado. Esto les permite a las empresas conectarse más efectivamente con los clientes, integrar su cadena de suministro y acelerar el ritmo de innovación a la par que reducen costos y riesgos. La cantidad de información que se genera en Gemba es abrumadora y se necesitan de estas nuevas tecnologías para procesarla adecuadamente y acceder a ella en todo momento y lugar para tomar decisiones. Los gerentes que retrasen la incorporación de estas tecnologías no solo ponen en riesgo su posición en la organización, sino que también la existencia de la misma y las fuentes de trabajo que ella provee.
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